8 de julio de 2018

Ciclón Busto


Javi Busto es un ciclón. 
Así lo presentamos, cuando llegó el viernes 29 de junio a nuestro curso, cuando 50 pares de ojos expectantes y ansiosos por trabajar con él, se olvidaron del calor que hacía fuera para concentrarse en la música del maestro.
Se podrían escribir muchas cosas sobre los tres últimos días vividos con Javi Busto en Cantate Mundi. Siempre nos quedaríamos cortos. Cortos en emociones, en sentimientos, en intensidad de los mismos. En enseñanzas, en aprendizaje, en MÚSICA así, con mayúsculas. Siempre serían infinitamente más pobres las palabras que los hechos que las producen.
Javi es ese ciclón que deja todo revuelto cuando se va, pero sobre todo te deja revuelto el corazón, porque primero te da tanto que luego, cuando él se marcha, es como si se lo llevara todo, hasta tu respiración. Pero no, no se lo lleva todo, porque cuando superas ese primer momento de sensación de vacío, lo que encuentras es un cúmulo de sensaciones y vivencias que no te dejarán nunca más. Él te hace vivir la música de otro modo, de un modo diferente de cuanto hayas vivido antes, te hace cantar como nunca lo hiciste, te hace sentir cada palabra, te hace entender un acorde sólo mirándole a los ojos.
–En mi cuerpo está pasando algo ahora mismo; en el vuestro no: sólo cantáis–. ¿Se puede decir mejor?

A su grandeza como compositor, hay que sumar siempre su enorme talento como director, otra de sus grandes facetas musicales, que nunca debe olvidarse. Y entonces es cuando se entiende bien por qué Javi Busto es maestro de maestros, por qué es grande.
No tengo palabras ni posibilidad de emitirlas. Afortunadamente, le tenemos a él. Por siempre Javi.





Del concierto de clausura del curso, My Lord, what a morning, armonizada por Javi Busto y con arreglo para piano de Josu Elberdin. Ternura y emoción en estado puro. 





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